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Carlos Haro: manos a la obra en el Ferrari de la construcción

Publicado 1.3.2022

El Jefe de Calidad de Shushufindi –o más conocido como el hombre que tiene una solución para todo– compara a Techint con un vehículo de alta gama. Vive su trabajo en la compañía como un viaje lleno de adrenalina, exigencia y aprendizaje.

“Techint funciona como un Ferrari: es una máquina completa que tiene todo. El profesional que entra acá, participa de un viaje diferente, en donde su potencial es explotado al 100% para cumplir retos. Tenemos todas las herramientas para seguir formándonos. Es una adrenalina constante. El viaje es tremendo porque es rápido y exigente”, resalta Carlos Haro, con orgullo.

El Jefe de Calidad de Shushufindi repite esta analogía entre la empresa y la escudería de Fórmula 1 constantemente. Considera que en estos años trabajando para Techint E&C, se ha desarrollado tanto que para cualquier profesional que llega es un orgullo formar parte y hacer uso de esa máquina tan impresionante con el objetivo de mantenerla en el más alto nivel.

“Me apasiona poner las manos en este lindo vehículo, poder usarlo y llevarlo al punto de que se haga notar que es perfecto”, dice Carlos, quien se define como el “árbol de levas”, una parte muy importante del motor, que da la velocidad, la sincronía del funcionamiento y la armonía.

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Nacido en Píllaro - Ecuador, este ingeniero mecánico de 37 años ha desarrollado el 100% de su carrera en el área petrolera en el Oriente. Seis años atrás ingresó a la compañía, luego de trabajar en empresas similares durante 10 años.

Carlos es el mayor de tres hermanos. Fue cabeza de familia, por lo que educó a sus hermanos y ayudó a que concluyan sus carreras. Uno de ellos se recibió de médico y el otro es chef.

Llegó a Techint como supervisor de piping y logró ocupar la Jefatura de Obra del Proyecto Shushufindi. Asegura que su experiencia previa fue lo que lo catapultó en la empresa, al permitirle aceptar los desafíos con seguridad y saber qué puerta golpear para ejecutar cualquier actividad.

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La misión que le asignaron en Bloque 12 en Kamana, provincia de Orellana, fue una gran oportunidad para destacarse. Allí Carlos estuvo a cargo de un pequeño grupo de trabajadores para un proyecto importante.

“Yo era desconocido para Techint, pero pude demostrar cómo trabajo y hoy en día soy parte de la familia”, cuenta Carlos, a quien le encanta estar fuera, explorar y aprender cosas nuevas.

El Bloque 12 está ubicado en la parte norte de Ecuador, casi en la selva. Se ingresa mediante bote, en un deslizador, tras ocho horas de viaje. Allí entraba en una “jornada petrolera” con duración de 22 días y se salía solo para los ocho días de descanso.

Después de cerrar ese proyecto retornó al Bloque 57 en Shushufindi, donde pasó casi un año como supervisor con proyectos varios hasta que retornó a Kamana para instalar tres bombas de servicio. Esto se dio en pleno diciembre, una época complicada porque nadie quería afrontar ese desafío. Había que entrar con ocho vehículos completamente cargados para cumplir con la fecha específica que pidió el cliente.

“Estábamos con un pronóstico cero, retrasos de suministros, problemas de fechas, no logramos conseguir el supervisor adecuado, así que me tocó a mí hacerme cargo de todo. Estuve como Jefe de obra, supervisor de calidad, como dirían muchos ‘el dueño de la orquesta’. Tuve el apoyo total de Ing. Jorge Losada, que consiguió todo lo necesario para hacer este desafío realidad”, recuerda Carlos.

El resultado final fue exitoso: de calidad, seguro y entregado en tiempo y forma.

Tras esta aventura volvió al Bloque 57 donde le asignaron la jefatura del área de Calidad. Carlos confiesa: “Este fue el mejor aumento de sueldo que pude haber tenido. Me sentí valorado y reconocido. La posición y los desafíos son la mejor recompensa. Quisiera llegar, si es posible, a ocupar una gerencia. Sé que me falta mucho, pero el que no sueña, no llega”.

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Carlos define a la “calidad” como “buscar la solución dentro de la norma, dentro de recursos, dentro de amistades”. Dentro de sus funciones está el de ser un fiscalizador interno de la compañía. Su equipo se encarga de hacer el aseguramiento para que el proyecto esté dentro de los parámetros de normas internacionales y así entregarlo en punto y orden para que no haya problemas.

Con orgullo, Carlos cuenta que su grupo está compuesto por siete personas que son excelentes profesionales, capaces de sustentar los problemas que en la obra se suscitan y apoyar para que no existan desvíos de calidad.

“El grupo de trabajo hace que yo sea bueno. Ellos trabajan netamente en obra, todos los días. Ven desvíos, corrigen, dan charlas, apoyan a la gente, enseñan. Es un trabajo duro pero necesario, que se debe hacer para que los colaboradores puedan aprender el know how de Techint”, indica Carlos.

Las dificultades con las que se encuentran son la logística y los tiempos. Colaboran con los constructores dándole soporte a los operativos. Y cuando las cosas cambian su curso, Carlos se preocupa, pero siempre hay que ser honesto con el cliente: asumir los errores y resolverlos.

“Estamos en plena pandemia, por lo que a los proveedores se les dificulta enviarnos los suministros. En una ocasión no teníamos el stock de la pintura de revestimiento para tubería. Con los encargados del área movimos cielo y tierra para llegar a tiempo, conseguir las aprobaciones por parte de cliente. Uno de ellos pensó que al no tener ese insumo la obra se pararía. Pero, como siempre dicen los compañeros en campo: ‘Carlos tiene la solución’. Teníamos la solución, el as bajo la manga y la pintura estaba para usarse de inmediato”, relata.

Esto no se limita a lo laboral. La calidad es un pilar en la vida de Carlos. “Hace un tiempo estaba comprándome un carro. Lo revisé todo. Resulta que encontré defectos de pintura y lo devolví. Así que usé la calidad para mi servicio”, cuenta.

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“Siempre converso con las personas para darles confianza, para que estén tranquilas y encuentren en mí a un alidado, a veces me pongo serio en temas alegres y los molesto –bromea Carlos-, pero mi fortaleza es el grado de preocupación que pongo para hacer una actividad, pongo mi nombre, una fecha y la cumplo”.

Carlos explica que esos diálogos forman parte de un buen plan y es una forma de intercambiar criterios, de dar solución a los problemas; es una manera de trasmitir conocimiento, de enseñar y compartir. “En la obra, hay actividades que parecen imposibles de realizar, hasta que nos ponemos en marcha y trabajamos para hacer realidad cada cosa que nos propusimos.

“Un día decidimos traer a un proveedor, aunque era muy complicado. Me preguntaron si se podía hacer una capacitación para pruebas hidrostáticas del personal y que sea con un certificado y yo dije que se podía. Sudé frío todos los días hasta que se concretó, porque mi jefe ya le había confirmado a su jefe que la capacitación era un hecho desde el primer día”.

Para Carlos, la base está en dar una respuesta positiva siempre, con seguridad y respeto. Sus compañeros dicen que él hizo propia la bodega o almacén, donde se metía desde sus inicios para llegar a aprender la utilidad de cada pieza y así poder ofrecerle al cliente el “ABCD”. “Siempre hay una solución posible”, afirma.

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El uso de la imaginación, la creatividad y la innovación son fundamentales para Carlos. Con su grupo de trabajo se dedicaron a revisar la cabina de pruebas hidrostáticas, una herramienta que para muchos era innecesaria. Pero ellos, hicieron que valga la pena y que sea considerada un equipo fundamental de protección.

“¿Han visto la jaula que se usa cuando una persona va al mar para ver a los tiburones? La nuestra es similar. Cuando hacemos una prueba hidrostática estamos muy expuestos con la presión del agua: en una tubería la hacemos a 3300 psi. Nuestro cuerpo está expuesto, es una bolsa de carne que con cualquier impacto podemos desaparecer. Entonces hacer una prueba hidrostática es una bomba de tiempo. Lo que hice fue una jaula para proteger y dar seguridad a la persona que realiza esta actividad”, afirma Carlos.

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La viveza criolla no va con Carlos. “Soy Pillareño y acá en el Oriente nos apodan Caterpillar, asociándonos con la mejor máquina excavadora, porque somos trabajadores buenos, que dan fecha y honor a lo que dicen y hacen”.

Gracias a vivir en Píllaro, cantón de la provincia de Tungurahua, Carlos obtuvo su primer trabajo. Él estaba recién graduado, tenía 23 años y para conseguir un trabajo en el Oriente había que tener años de experiencia. Un día alguien le dijo que estaban buscando personal, de modo que cogió su carpeta, viajó a Quito y se paró en la puerta a conversar con el guardia. Entró al edificio y, por ese azar del destino, cuando estaba dejando su carpeta, el jefe de Recursos Humanos lo vio y le preguntó: “¿Usted está para control de calidad?”. Carlos respondió afirmativamente, aunque con cierto temor porque le hacían falta algunos años como parte de los requisitos.

El jefe de Recursos Humanos revisó su carpeta. Le llamó la atención el número de la cédula de ciudadanía.

– “Usted es de Píllaro?” –preguntó el entrevistador.

– “Si” –respondió Carlos.

– “Ah, mi esposa es de allí” – contestó con un brillo y esperanza en sus ojos.

Luego concluyó: A todos los retos y desafíos que se te presenten, siempre debes aceptarlos y superarlos. Debes empezar a trabajar e investigar porque no vas a poder hacerme quedar mal” –dijo el señor y lo aceptó para el puesto.

Al día siguiente Carlos ya estaba trabajando.

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Entre las cosas que aprendió Carlos en estos más de 15 años de profesión, es que la palabra vale, que el honor y la puntualidad son importantes y que no hay lugar para la traición.

“En otra empresa un compañero me falsificó documentos que yo dejé legalizados e hizo que casi perdiera mi trabajo. Pero como dicen ahí: ‘A veces la vuelta da’. Revisando documentación encontré lo que yo había liberado, pude retribuirle y limpiar mi nombre. Aprendí a no confiarme siempre, aunque fue horrible. Sentir que uno quedó defraudado y, más que todo, desprestigiado. Pude limpiar mi honra, mi hoja de vida. La compañía no perdió la fe en mí y me apoyó”, cuenta Carlos.

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Cuando se disfruta del trabajo y hay un buen grupo humano detrás de cada actividad se refleja en el buen desenvolvimiento de la obra. Carlos hizo muchos amigos en Techint. Tiene un grupo de compañeros con los que juegan a las cartas, cocinan en grupo y hacen ciclismo –una actividad nueva para él.

“Estoy en el punto ideal de construir, así sea ocupando el puesto de calidad o de supervisor o si alguna vez se les da la ocurrencia de hacerme prevencionista. El hecho es participar en la construcción. Ver cómo un elemento se va formando, va creciendo y ser partícipe de eso poniendo un grano de arena es un boleto muy precioso”, señala Carlos.

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