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Cómo innovar desde el rol de supervisor

Publicado 27.4.2022

Juan Pablo Hernández se desempeña actualmente en el Proyecto Los Bronces IV, en Santiago de Chile, Chile. Fue a partir de una iniciativa suya y de Sebastián Dávila que comenzaron a utilizarse drones para el relevamiento topográfico en las obras. Por los buenos resultados, esta herramienta se incorporó en otros proyectos.

 

Juan Pablo Hernández ingresó en Techint E&C en 2017 como topógrafo en Fortín de Piedra, cuando comenzó la participación de Tecpetrol en el desarrollo de la zona. Colaboró en diferentes proyectos para YPF, Mega, Pluspetrol, entre otros. Se define como topógrafo “de oficio”, con una profesión que heredó de su padre, quien supo transmitirle el amor por el trabajo y el don de un espíritu curioso.

Juan mira el mundo con la premisa de que “todo puede mejorarse” y la certeza de que con conocimiento y perseverancia los cambios son posibles. Gracias a una iniciativa de ellos, recientemente se incorporaron los drones como herramientas de trabajo para relevar la información topográfica de las obras.

Cuando no está trabajando, Juan pasa sus días de descanso con su familia en Piedra del Águila, Neuquén, con su hija de 8 años y disfrutando de la pesca con mosca. No obstante, el mayor descanso para Juan es pensar en nuevas ideas: “Hay que animarse a pensar permanentemente en nuevas ideas. Obviamente nos podemos equivocar, pero también podemos ser mejores”, dice, y agrega: “El que hace se equivoca, y el que no hace… nunca lo sabrá”.

Estudiar la tierra desde el cielo

Para Juan la realidad siempre puede mejorarse, sólo hay que animarse a pensar en cómo obtener los cambios deseados. Muchas veces su trabajo de análisis e investigación da resultados realmente exitosos: este es el caso de la incorporación del dron como herramienta de trabajo en los proyectos.

Cuando tuvo la posibilidad de conocer por primera vez cómo funcionaba un dron se dio cuenta de lo valiosa que sería su utilización para la topografía. “Primero, mi hermano se compró un dron para hacer fotos y videos, y al poco tiempo lo imité y comencé a investigar sobre sus aplicaciones en el trabajo. Eran mediados de 2018 y empecé a llevarlo al proyecto de La Calera, que era en el que estaba en ese momento, para hacer pruebas y aprender.” A partir de ahí fueron perfeccionando la herramienta, y a comienzos de 2020, en el proyecto para Mega, comenzaron con los drones en funcionamiento, con un sistema de monitoreo semanal y actualizaciones para todos los sectores.

Su utilización durante la pandemia, cuando las personas no tenían la posibilidad de ir presencialmente a las obras, fue crucial, recuerda Juan.

Cuando la innovación rinde sus frutos  

La incorporación de los drones requirió de un arduo trabajo de aprendizaje: “Tardamos aproximadamente dos años. Empezamos con simples fotografías desde arriba y hoy hacemos hasta modelos en 3D de las instalaciones y los ductos. Además, la utilización de los drones está asociada a varios programas que se emplean en paralelo, como Arcgis, que permite centralizar la información y sumar la ingeniería y data del avance de la obra a la fotogrametría”.

En todo este recorrido de innovación, Juan señala que el apoyo de la empresa fue fundamental: “Siempre me sentí acompañado, trabajé en conjunto con Tiago Zurita y Guillermo Eyherabide, que no solo apoyaron la investigación, sino que a su vez incentivaron el crecimiento de la herramienta con nuevas ideas y propuestas, la presión y la confianza me ayudaron a creer en mí y en lo que podía dar. Además, desde la Gerencia de Innovación de Techint me sentí también apoyado, ya que Guillermo Cremaschi siempre avaló la importancia del proyecto y la decisión de desarrollarlo en otros países.” Juan cuenta que ya recibió llamados de México, Perú y Chile para impartir capacitaciones y soporte en la implementación, y que ya está trabajando en manuales, tutoriales e instructivos.

Efecto pandemia: trabajo globalizado y capacitación permanente

Más allá de enumerar todos los problemas que ocasionó la pandemia, Juan destaca con entusiasmo algunos de los beneficios que surgieron de ese escenario de crisis: “Por un lado, gracias a todas las herramientas tecnológicas que se debieron implementar para suplir la presencialidad, se pudo globalizar el trabajo y borrar la distancia entre el campo y la oficina. Esto es maravilloso, porque ahora desde el campo podemos hacer consultas a especialistas o reunirnos con compañeros que están en sus oficinas en cualquier parte del mundo.”

Como consecuencia de la pandemia los colaboradores de la empresa tienen más herramientas para trabajar de manera colaborativa a nivel internacional. Por otro lado, también gracias al desarrollo tecnológico, Juan destaca que ahora es más sencillo capacitarse sin tener que abandonar la obra. “Le empresa nos incluyó en todas las capacitaciones que da de forma permanente y eso nos cambió la vida. Yo participo del Plan de Desarrollo de Supervisores que es excelente, me mantiene activo y me da un aprendizaje continuo. En tiempos de pandemia, esto fue de vital ayuda para mi.”

El mandato paterno: vocación por enseñar

Juan tuvo un gran maestro: su padre, quien ejerce la profesión desde hace más de 40 años. Relata que, en sus inicios, su padre le pasaba las tareas a él y le daba la confianza para realizarlas, siempre ayudándolo si fuera necesario. “Tengo la convicción de que uno siempre debe enseñar todo lo que sabe. En primer lugar, porque es una retribución hacia aquellos colaboradores que trabajan dando lo mejor a diario. ¡Me gusta que las personas asciendan, aprendan y crezcan! Creo que es una obligación de los supervisores para con la empresa, que nos capacita y forma. Es fundamental contribuir en la formación de recursos humanos que puedan realizar un trabajo de calidad. El desafío: seguir aprendiendo permanentemente para siempre tener algo que enseñar”.

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