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“Siento que no me quedó nada pendiente”

Publicado 19.12.2023

Con casi 30 años de trayectoria en Techint E&C, Juan Carlos Pais, Project QHSE Sr. Manager, nos comparte sus enriquecedoras aventuras en la compañía, incluyendo su paso por el proyecto Camisea, en Perú, y su experiencia más reciente en el desarrollo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK), en Argentina.

 

En el vasto y desolado escenario del desierto patagónico, donde la inmensidad de la naturaleza se extiende sin fin, Juan Carlos Pais se destaca como una figura inconfundible. Con su melena canosa ondeando al viento, ataviado con su característico casco de seguridad adornado con una miríada de stickers, su chaleco y su empolvado calzado de trabajo, él es una presencia única, transitando con su camioneta por la traza del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK) entre La Pampa, Río Negro y Neuquén.

Aunque el reloj aún marca las precoces horas de la madrugada, él hace rato que está en movimiento. En el silencio del desierto, cuando el frío aún se hace sentir, se aventura con su camioneta hacia su lugar de trabajo. En el trayecto, mira por la ventana y saluda todas las mañanas a un tímido sol que, de a poco, comienza a levantarse en el horizonte, abrazando con su luz el polvo, las rocas y los manchones desperdigados de plantas que caracterizan a la geografía circundante. La naturaleza misma comienza a despertarse lentamente de su letargo nocturno, mientras él la deja a sus espaldas.

Es en ese preciso instante cuando Juan Carlos sabe, de forma instintiva, que llegó el momento de su mensaje matutino por handie a los colegas. No lo hace solo como un gesto de cortesía, sino también como un recordatorio de la importancia de trabajar seguros en un entorno tan desafiante.

La ruta, marcada por largas rectas que se pierden a lo lejos, sirve de testigo silencioso de este ritual diario. Los colores del cielo se transforman, pasando de un oscuro azul a un tímido naranja, iluminando la tierra seca y árida que se extiende a ambos lados de la carretera.

“Juanca” nos recibe con una sonrisa y un mate en su oficina del obrador del GPNK en General Acha, La Pampa, un lugar lleno de contenedores blancos, colocados en un perfecto Tetris donde, a primera vista, todos tienen muy en claro los conceptos de seguridad, orden y limpieza.

Adentro, su sala está llena de banderas alegóricas de diferentes procedencias, fotos con colegas y (muchas) referencias que nos marcan su ferviente y apasionado amor hacia el Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Afuera, el frío y el viento nos recuerdan que estamos en la Patagonia.

Con un típico gesto de su mano, que repetirá muchas veces a lo largo de nuestra charla, se acomoda el pelo “a lo Rubén Darío Insúa” hacia atrás, sirve el primer mate, nos mira y dice “¿Por dónde empezamos?”.

 

Un principio de carrera

Juan Carlos Pais inició su vida profesional con un título de Ingeniero Electromecánico bajo el brazo. Durante sus años de estudio, se desempeñó como jefe de producción de una industria textil. Fue allí cuando decidió incorporar los conceptos de Higiene y Seguridad a sus estudios, para cimentar sus habilidades profesionales.

Al finalizar su formación, de manera paradójica, la empresa para la cual trabajaba comenzó a enfrentar dificultades financieras, por lo cual Pais, fiel a su alma inquieta, comenzó a buscar potenciales salidas laborales.

Por obra del destino, un conocido que en aquel momento trabajaba para Central Puerto le sugirió intentar buscar trabajo en el Grupo Techint. Él no dudó en tomar su consejo y en 1994 ingresó a Techint Ingeniería y Construcción.

Al recordar sus primeros pasos, destaca el primer proyecto en la Ruta 210 en el que participó, que consistió en una obra vial en Argentina, la cual es aún hoy reconocida, casi 30 años después.

A partir de ahí, se fueron sumando nuevos desafíos que lo llevaron a recorrer no solo el país sino las operaciones del Grupo Techint en diversos lugares del mundo.

Se interrumpe la charla. Alguien golpea la puerta y se asoma con una sonrisa a darle los buenos días. Sospechamos (acertadamente) que ésta no sería la última vez que alguien pase a saludarlo.

La gesta libertadora de San Martín

Volvemos al ruedo. Juanca se disculpa y, en cuestión de segundos, sirve un mate, toma un sorbo y retoma el hilo.

Primero, fue destinado a la ciudad de San Nicolás, Buenos Aires, donde se trasladó con su familia. Al poco tiempo surgió otro proyecto, esta vez en la ya más alejada provincia de Catamarca, en un salar de litio llamado el Salar del Hombre Muerto, que fue su primera experiencia en un campamento “lejos de casa”.

“Estando en el mismo país, pude llevar a mi familia conmigo y, aunque a veces las cosas no fueron fáciles, me acompañaron en todo momento”, rescata Pais, quien agrega que durante esos años tuvo la oportunidad de conocer las plantas industriales de San Nicolás, Florencio Varela, Haedo y Siderca.

A medida que se sumaban proyectos, también iba aumentando su complejidad: “Quizás uno de los momentos más desafiantes para mí fue cuando me convocaron a participar del proyecto Camisea para la construcción de ductos que nacían en la selva amazónica, atravesando los Andes, para finalmente llegar a Perú. La logística de este tipo de trabajos es compleja y uno aprende muchísimo sobre prevención de riesgos. Si hacemos un paralelismo, tuvimos que hacer casi el mismo recorrido que hizo San Martín durante la gesta libertadora de Sudamérica. Era como revivir la historia, pero como parte de un proyecto industrial”.

Rodeado por densos bosques tropicales, ríos sinuosos y terrenos inhóspitos, este proyecto es un testimonio de la determinación por conquistar una de las zonas más inaccesibles y exuberantes del planeta. Mosquitos, humedad, calor y lluvias interminables son moneda corriente. La magnitud de esta hazaña geográfica no se puede subestimar, ya que Techint E&C tuvo que superar obstáculos logísticos, climáticos y ambientales sin precedentes para llevar a cabo la extracción de gas natural en este rincón de la tierra.

Camisea le permitió a Pais no solo especializarse en el tema, sino también aprender a trabajar junto a equipos de otras empresas y países. “No recuerdo cuántas nacionalidades participaron del proyecto: peruanos, brasileños, ecuatorianos, argentinos, etc. Yo por eso siempre les digo a los jóvenes que empiezan a trabajar con nosotros que cada proyecto de gran envergadura es como un posgrado, porque ahí se aprende de todo. En la universidad uno aprende conceptos sobre seguridad, análisis de riesgo, acciones preventivas, pero es en el campo donde realmente se aprende”, se sincera.

Todos estos conocimientos y experiencias no vienen solos. Cada nueva aventura traía aparejadas algunas nuevas costumbres no tan comunes, como estar adecuadamente vacunado para las enfermedades que pudiesen haber en la región, y estar preparado para vivir con eso de manera cotidiana.

“Una vez, recuerdo que fui a vacunarme para ir a trabajar a la selva. Me aplicaron como 4 vacunas en cada brazo. Después, ya en la obra, a nosotros nos gustaba mucho jugar al fútbol, pero lo teníamos que hacer con pantalones largos y cubiertos de repelente. Obviamente, al principio tenés un poco de miedo, pero con el tiempo te acostumbras y, gracias a Dios, nadie se agarró Malaria”, recuerda.

El GPNK, un proyecto único

Tras esta experiencia, Pais siguió sumando otras, a veces ocupando cargos operativos y otras veces en el campo. “Yo diría que participé en por lo menos 30 proyectos de Techint E&C, que me llevaron a conocer más de 10 países,” asegura.

Sin embargo, para el propio Juanca, su madurez profesional llegó junto a su reciente participación en la construcción del GPNK en Argentina, que une los yacimientos ubicados en Vaca Muerta, en la fría, lejana y desolada Patagonia, con centros de distribución mucho más cercanos a las grandes redes de distribución.

“Cada proyecto tenía lo suyo, pero con el GPNK me sentí muy feliz. No digo que en otros proyectos no me haya sentido feliz. Las personas que me vieron trabajar e interactuar en este último aseguran que lo tomé con gran tranquilidad, basándome en mis conocimientos y experiencia”, subraya Pais.

Y agrega: “Pudimos trabajar con total libertad, siempre procurando la seguridad, la salud y el progreso de nuestra gente. Hoy, hay personas que pasaron a trabajar a otros proyectos y cuando me ven, me saludan. Siento que gané mucho reconocimiento dentro de la organización”.

Juanca resalta que, si bien los equipos cuentan en los campamentos con todos los recursos de maquinaria y personal necesarios, siempre su leitmotiv es fortalecer la capacitación en las regiones donde opera Techint E&C.

“Para muchos colegas, el GPNK era el primer acercamiento a este tipo de trabajo. Algunos no tenían conocimiento de lo que era un ducto, de lo que eran las maquinarias. En muchos casos, tuvimos que enseñarles de cero. Para ello, contamos con una gran colaboración de la gente de Producción, junto a supervisores con años de experiencia. Lo más destacable es que esta formación es un legado que después pueden replicar en nuevos trabajos. Capacitamos para un estilo de vida. El GPNK es un hito de gran importancia, aunque cada proyecto puede ser como un hijo, debo admitir que este proyecto ha despertado sentimientos intensos en mí”, afirma.

De repente, hace una pausa. El viento sigue golpeando los vidrios. Él mira hacia el techo, se cruza de brazos, sonríe con cierto aire anecdótico y dice: “Hay una historia muy interesante relacionada con el padre Luis, el cura de la localidad de Acha, La Pampa, quien se convirtió en un buen amigo. Él me invitó al aniversario de la Ciudad, pero lamentablemente no pude asistir, ya que debía regresar a Buenos Aires. El padre Luis me pidió si podía proporcionar algo relacionado con nuestro trabajo en el GPNK para la celebración. Le dije: 'Padre Luis, lo que tenemos es la maqueta que utilicé para demostrar la liberación de energía durante el empalme'. Se le iluminaron los ojos y aceptó encantado. Entonces, pintamos la maqueta y la colocamos en la misa del pueblo. Al final, la maqueta se convirtió en una pieza de museo en el centro cultural de Acha, como un recuerdo del paso del gasoducto”.

Nuevamente tenemos que cortar. Nuestra teoría se había confirmado, no iban a ser pocas las veces que alguien solicitaba sus recomendaciones. Media taza de café después, y algunos asuntos resueltos mediante, retomamos.

 

Motivación, reconocimiento y liderazgo

Al conversar y profundizar sobre su figura, un aspecto distintivo surge como denominador común: su capacidad para asumir roles diversos y desafiantes en proyectos de campo, con una fuerte impronta de liderazgo, donde las herramientas habituales de una planta no siempre están disponibles.

“A la gente que destaca mi habilidad para conectar con las personas, le digo que fue mi padre quien me enseñó que siempre hay que tener al menos cinco minutos para cada colega. Ese gesto, con el correr del tiempo, es lo que te permite pasar a ser un referente. Son estos pequeños componentes de liderazgo los que las personas aprecian”, resalta.

Este reconocimiento también se traslada a las redes sociales, donde Pais tiene gran actividad, sobre todo en LinkedIn. “Ahí me han pedido consejos sobre cómo conseguir trabajo, cómo encarar sus carreras, dónde pueden seguir capacitándose. Yo creo que es muy importante tomarse el tiempo para alimentar estos lazos, ya sean de amistad o relacionamiento”, indica.

Él, entre sonrisas anecdóticas reminiscentes, también admite que tuvo la suerte de trabajar con grandes líderes, entre quienes menciona a Leonardo Ionfrida, Pipeline Advisor en el Grupo Techint. “Leo fue uno de mis grandes maestros y, eventualmente, siempre estamos en contacto. Para mí fue inevitable que, tras haber conocido a una figura tan fuerte y con tanto liderazgo, me empezara a preguntar cómo podría llegar a ser tan buen líder como él. Y la respuesta está en la motivación, que varía de persona en persona. La motivación la encontré en mí mismo, pensando cómo podía ayudar a la gente a capacitarse para hacer bien su trabajo”, señala.

También destaca la importancia de las relaciones desarrolladas con su equipo de trabajo. “Un concepto que aprendí gracias a un antiguo Jefe de Servicios, Miguel Cavicchia, que es como un hermano para mí, es que, en proyectos como estos, tu familia son tus colegas; ellos son tu apoyo emocional cuando más lo necesitas”, dice.

 

Seguridad, un estilo de vida

Si hay una palabra que define a Juan Carlos Pais es la palabra seguridad. Él enfatiza que es una filosofía de vida, arraigada en cada aspecto de los campamentos y obradores de los proyectos de Techint E&C. Para él, no es simplemente una prioridad, sino un valor fundamental que guía cada acción y decisión.

Según sus creencias, todos deben comprometerse a crear un entorno donde cada individuo pueda regresar a casa de manera segura al final del día. Esto se traduce en la implementación de rigurosas políticas y procedimientos de seguridad, capacitación constante y una cultura de responsabilidad compartida. Esta firme dedicación a la seguridad no solo es una obligación ética, sino que también es esencial para el éxito sostenible de los proyectos y el bienestar de la comunidad en la que Techint E&C opera.

Juanca es consciente de que una comunicación clara y franca es fundamental para modificar o consolidar cuestiones actitudinales preventivas. “Una sana cultura de trabajo te permite consolidar los principios de seguridad, prevención, análisis de riesgos, procedimientos, etc. Cuando se trabaja en una obra, hay que ser claros y concisos a la hora de comunicarse”, comenta.

En este sentido, Pais subraya fervientemente que la palabra seguridad es mucho más que un concepto industrial. “Toda iniciativa debe tener un concepto de disciplina. Para ello, es necesario identificar tres instancias: primero, capacitar al personal y darle todos los elementos que necesita. Segundo, hacer una tarea constante de monitoreo. Y tercero, si las actitudes inseguras siguen repitiéndose, es imperioso volver sobre las bases y replantear las actividades”, detalla.

A este desafío se suma que en Techint E&C los proyectos duran tan sólo algunos meses o años, por lo cual “la rotación de colegas es alta y la insistencia sobre seguridad es primordial”. “Hay que convertirlo en parte de nuestra cultura industrial, un estilo de vida, aunque sea por poco tiempo”, añade.

Hacemos otra pausa. Las obras en el GPNK no paran y su cabeza tampoco. La oficina de Juanca tiene una “puerta giratoria” donde entran y salen muchas personas para consultarle cosas, discutir brevemente de un tema o, simplemente, pasar a saludar. Él les dedica un breve, pero intenso, rato de su tiempo, con el mismo énfasis con el que nos describía estos conceptos de liderazgo.

 

Un camino con más proyección

Mirando hacia el futuro, Pais mantiene una firme convicción: “Creo profundamente en los jóvenes profesionales. Muchos de nuestros líderes actuales comenzaron como parte del Programa de Jóvenes Profesionales (JP). Considero que cada uno de nosotros debe contribuir desde su posición al crecimiento de cada uno de ellos. En colaboración con el equipo de Recursos Humanos, estamos organizando charlas sobre la experiencia de ser parte del Programa. A los jóvenes les sugiero que, siempre que tengan la oportunidad, visiten los proyectos para que puedan ver de cerca todo el proceso”.

Antes de irnos, Pais destaca con gratitud un punto fundamental para su desarrollo profesional.

Juanca señala: “En realidad, todo lo que logré fue gracias al apoyo de mi familia. Mis hijos comprendieron que los sacrificios que hacía eran en beneficio de todos. Y, por supuesto, mi esposa siempre me ha acompañado. Creo que su apoyo ha sido fundamental para que pueda llevar a cabo mi trabajo”.

“Quiero aprovechar esta oportunidad para agradecerles a los grandes mentores que he tenido a lo largo de mi carrera y por haber tenido la fortuna de ganarme el cariño y el respeto de mi gente. En mi vida, siento que no me ha quedado nada pendiente”, concluye con satisfacción.

Sin decir otra palabra, emprende su camino hacia el mundo de los containers. Melena al viento mediante, su silueta se desvanece gradualmente entre el laberíntico Tetris, en medio del desierto patagónico.

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