Perú: compromiso con la biodiversidad en Malvinas
Publicado 10.1.2025
Techint Ingeniería y Construcción cuenta con protocolos de preservación, registro y cuidado de la fauna silvestre en los distintos proyectos que lleva a cabo. En esta nota, compartimos la experiencia en el corazón de la selva peruana.
Enclavado en el distrito de Megantoni, en la provincia de La Convención, en Perú, se encuentra el proyecto Camisea. Allí, cerca de 400 colaboradores de Techint Ingeniería y Construcción llevan a cabo el mantenimiento integral de los flowlines de Pluspetrol, en su planta de Malvinas y los clusters asociados, donde la compañía ha implementado un sistema integral de identificación, preservación y concientización ambiental.
Identificación y preservación
Perezosos, osos hormigueros, felinos, monos, ofidios y tortugas son algunos de los habitantes autóctonos. Por eso, el equipo ambiental de Techint E&C cuenta con un protocolo para registrar la fauna basado en tres criterios clave: índice de abundancia, estado de conservación -según organismos como Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y el Servicio Nacional de Fauna Silvestre (SERFOR)- y peligrosidad para las personas.
Dante Olivares, HSE Officer del Proyecto Malvinas, resalta la importancia de este enfoque: “Nuestro compromiso no se limita a cumplir con los estándares legales. Queremos ir más allá y ser un ejemplo en la industria, mostrando cómo es posible realizar grandes proyectos respetando el hábitat de las especies”.
Los datos recolectados se integran en reportes periódicos que sirven no solo para garantizar la seguridad en las operaciones, sino también para aportar información valiosa sobre las especies locales, contribuyendo a iniciativas de conservación.
Protocolos de seguridad ante la fauna silvestre
En Malvinas, cada trabajador que ingresa recibe una capacitación ambiental donde aprende cómo manejar encuentros con la fauna. “Se trata de inculcar un respeto por los animales y su hábitat natural”, señala Olivares.
Los protocolos abarcan desde ruidos suaves para alejarlos de las zonas de trabajo, hasta procedimientos específicos para animales más peligrosos. Además, se prohíbe estrictamente cualquier interacción directa con los animales. Olivares explica: “No estamos aquí para alterar el equilibrio del ecosistema. Sabemos que estamos como visitantes en su casa y trabajamos bajo esa premisa”.
La experiencia de los avistamientos
Los encuentros con fauna silvestre son una experiencia habitual para los integrantes de los equipos de vigilancia, desbroce, control de escorrentía y protección catódica, quienes recorren el campo caminando diariamente 12 kilómetros . Allí han visto felinos, monos y ranas venenosas.
Aunque solo un 40% de los avistamientos se documentan debido a la dificultad de capturar evidencias, estos registros son fundamentales para monitorear a la fauna aledaña al proyecto. “Cada avistamiento nos recuerda la importancia de proteger lo que nos rodea”, comenta Olivares.
Además, se implementan acciones preventivas para minimizar los riesgos. Por ejemplo, antes de mover materiales o herramientas, los equipos revisan las áreas con precaución para evitar encuentros inesperados con animales que puedan estar allí.
Una cultura de respeto por el ambiente
El proyecto Malvinas se encuentra en una zona donde las únicas vías de acceso son fluviales o aéreas. Este aislamiento, combinado con las condiciones extremas de la selva, con temperaturas que pueden alcanzar hasta los 39 °C, exige medidas estrictas para garantizar la seguridad de las personas.
Los colaboradores cuentan con equipos de protección, como repelentes y overoles especiales, que garantizan su comodidad y seguridad durante las jornadas de trabajo. Además, cada equipo que sale al campo cuenta con un enfermero capacitado y equipado con suero antiofídico, fundamental en caso de mordeduras de serpientes como la Bothrops atrox (“jergona”). También se implementan protocolos de comunicación para que nadie se desplace sin acompañamiento ni dispositivos que aseguren su ubicación y contacto con los campamentos.
Sumado a esto, los 12 campamentos, que pueden albergar hasta 60 personas cada uno, están diseñados para garantizar tanto la seguridad del personal como la preservación del entorno. Entre las medidas implementadas, se destacan el manejo adecuado de residuos, para no atraer fauna, y restricciones en los movimientos nocturnos del personal.
Es importante entender que la convivencia con la fauna no termina en el trabajo. “Cada colaborador que interactúa con esta biodiversidad desarrolla una sensibilidad especial hacia el medio ambiente. Esto hace que se lleven un aprendizaje personal y para sus comunidades y ayuda a construir una cultura de respeto hacia la naturaleza”, concluye Olivares.