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Una familia 100% Techint

Publicado 24.5.2022

Desde hace más de 25 años Alberto, Matías y Pablo, parte de la familia Quiroz, comparten la misma pasión por hacer y nos cuentan qué se siente trabajar juntos en esta compañía.

En ocasiones, resulta difícil encontrar el equilibrio justo entre la familia y el trabajo, pero para la familia Quiroz, esto nunca fue un problema. Desde que Matias y Pablo eran chicos, Alberto, su padre, viajaba de proyecto en proyecto, pero eso solo hizo que su familia fuera cada vez más fuerte y unida. Siendo parte de Techint Ingeniería y Construcción desde hace tantos años, compartieron proyectos, historias y anécdotas, que hacen que cada historia se vuelva única e inigualable.

Una pasión que se hereda.

Alberto, padre de familia y parte de Techint E&C desde hace 25 años participó dentro del departamento de Piping en grandes proyectos como Atucha II en Argentina y Camisea en Perú antes de volver a trabajar en la oficina. Hoy, luego de tantos años dentro de la compañía, Alberto resalta con el pecho inflado que “en un momento yo fui el que referente de mis hijos y ahora es al revés, ellos son referentes míos dentro y fuera de la compañía.”

Matías, el hijo menor, comenzó en 2005 como Dibujante del departamento de procesos, y luego rotó a proyectos emblemáticos de la compañía como Shushufindi en Ecuador y MEGA en Argentina. Finalmente, se situó en Fortín de Piedra, en la cuenca neuquina en Argentina, desde donde continúa los pasos de su padre y se desempeña como Revisor de Diseño Piping.

Pablo, el hijo mayor de la familia, en cambio, se separó del camino del Piping y se desarrolló en el área de Sistemas como Responsable de Proyectos. Forma parte de la empresa desde hace 14 años, habiendo participado en importantes proyectos a lo largo de toda Argentina, tales como Atucha II, Subte H, y Fortín de Piedra, entre otros, todos en Argentina.

Cada día más unidos

Todos oriundos de Buenos Aires y con sus familias situadas allí, sostienen que lo más difícil es la distancia y el estar lejos de los seres queridos: “En un principio, nos costó separarnos. Los chicos eran chicos, yo estaba lejos y las comunicaciones no eran tan simples como ahora”, explicó Alberto, pero aclara que eso sólo los hizo más unidos, una familia más fuerte: “Tenías que hacer grandes viajes hasta el teléfono público del centro del pueblo o conseguir que algún compañero te preste su celular y llamar rápido para saber cómo estaban todos en casa, porque era muy caro”.

Ahora, Pablo y Matias son los que están lejos en varias ocasiones y se apoyan en los quedan en casa para afrontar el día a día de los temas familiares. “Ahora es mucho más fácil que antes la comunicación, pero estando lejos siempre es tranquilizador saber que con solo llamar el otro está disponible para lo que necesites, que la familia nunca va a estar sola”, comenta Matías. “En Buenos Aires están mamá, papá, y el resto de la familia, nos apoyamos mucho entre nosotros y nos vamos tranquilos sabiendo que los que quedan, están bien acompañados”, agrega Pablo.

Los hermanos, tienen muchas anécdotas en común. Compartieron habitación en Fortín de Piedra y tuvieron que convivir como en aquellos tiempos en la casa de sus padres, debieron estar encerrados bajo nieve por dos semanas en Pascua Lama en Chile, y hasta llegaron a jugar partidos de futbol juntos y en contra con compañeros cuando compartieron proyectos. “Siempre hay algo que nos une, un proyecto o una historia en común que recordar en los almuerzos familiares. En los proyectos nunca te aburris, y compartiéndolo con mi hermano menos” sostiene entre risas Pablo.

Hoy, luego de muchos años de brindarle la vida a la compañía, Alberto decidió retirarse, pero la historia de la Trile Q, cómo ellos mismos se hacen llamar, continúa. “Lo importante de la empresa es que nos permitió crecer, es y siempre formará parte de nuestra familia” explicó Matías.

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