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Gonzalo Macias, un auténtico motoquero

Publicado 29.8.2024

El Project Purchasing Manager en Cuenca Neuquina es fanático de las motos desde que tiene uso de razón. Asegura que las escapadas sobre dos ruedas son “su cable a tierra”, pero que su familia es su “pasión”.

 

Saber disfrutar del trabajo y aprovechar al máximo el resto del tiempo para compartir momentos de calidad con la familia y cultivar una afición es algo en lo que Gonzalo Macias, Project Purchasing Manager en Cuenca Neuquina, es experto.

Nacido en Mendoza, Argentina, ingresó a Techint Ingeniería y Construcción en 2012, cuando la compañía estaba ejecutando el proyecto Potasio Río Colorado para la minera Vale. Trabajó en la oficina de Mendoza y en la obra hasta que el proyecto fue puesto en pausa y él fue trasladado a Buenos Aires por un tiempo. Luego, pasó por el Gasoducto del Noreste Argentino (2015), Fortín de Piedra (2017) y Refinería Dos Bocas (2020-2021).

Si bien estuvo algunos periodos colaborando en otras empresas, Gonzalo reconoce: “En Techint E&C encontré mi lugar, me siento a gusto. Es interesantísimo para aprender y crecer. En estos años, he tenido grandes maestros y amigos”.

Combinar pasiones

Gonzalo volvió a Neuquén en julio de 2021, al edificio corporativo de la Cuenca Neuquina y, semana por medio, vuelve a su casa en Mendoza donde lo esperan Eugenia su esposa (médica) y a sus tres hijos: Luna (17), próxima a terminar el secundario y empezar medicina, Fausto (6), el “científico inventor” que desarme y rearma todo lo que encuentra, y Juana (4), a quien le gusta la danza. “Soy súper familiero. El momento más feliz es cuando estamos todos juntos, no importa en dónde, ni haciendo qué; es reconfortante”, comenta con convicción.

Rugen los motores

En la vida de Gonzalo, las motos siempre fueron protagonistas. Cuando él era chico, su papá salía a “rutear” con amigos los fines de semana. “Se ponía la campera de cuero, el casco, los guantes y venían sus amigos con motos grandes y arrancaban todos juntos. Era un show hermoso. Tengo muy presente los ruidos de esos escapes”, recuerda.

A los siete años, empezó a dar sus primeros pasos en un scooter de su hermana, que luego pasó a ser de él, y a los 16, sacó la licencia.

“En mi adolescencia, salía con mi papá y sus amigos en motos de enduro a recorrer senderos en la cordillera. Alrededor de los 30 años, y por circunstancias de la vida, pude adquirir nuevamente una moto y volví a ser feliz sobre dos ruedas, viajaba con amigos, organizábamos carreras y, en mi tiempo libre, arreglaba mis motos y las ajenas”, rememora Gonzalo. Y, antes de tener hijos, hacía escapadas espontáneas sobre una Honda Shadow VLX, junto a su esposa y su mate.

Ahora que son cinco, los planes cambiaron: viajan todos, pero en una camioneta –inclusive, a veces suman a los abuelos. “En algún momento me encontré con que mi familia creció y la moto no tiene más de dos plazas, entonces es una actividad que hoy termina siendo en solitario. Bajé un poco el ritmo, lo disfruto de otra forma. Mi pasión es mi familia, pero no puedo dejar las motos”, confiesa.

En la actualidad, Gonzalo tiene tres motos que define así:

- Yamaha XJ6N – 2013: “La moto confiable”

- Kawasaki KZ650 – 1978: “Un proyecto que nunca termina” (porque siempre encuentra nuevas ideas para sumarle)

- Honda Express SR – 1981: su primer scooter que encontró y pudo recuperar hace poco tiempo.

Su hija más grande lo acompaña eventualmente y con los chiquitos dan alguna vuelta a la manzana. “Mis motos serán seguramente un legado familiar para mis hijos”, dice.

El mantra

“Los pies a 10 cm del suelo y la cabeza a 1000 km de distancia” es la frase de cabecera que repite Gonzalo. “Cuanto más lejos estoy de todo, más cerca estoy de mí”, explica.

Los paisajes mendocinos son grandes aliados para hacerse escapadas. A tan solo 60 km de su casa, se sumerge en medio de la cordillera de Los Andes. “Es mi cable a tierra. Es el lugar donde me encuentro conmigo. No importa si es verano o invierno, la moto me sigue dando el mismo placer”, afirma.

La seguridad como bandera

En todos los ámbitos de la vida, la seguridad es clave. Gonzalo resalta: “Soy muy cauto; hay que cuidarse al andar en moto. Uno nunca sabe de dónde puede venir el riesgo”.

Sobre este tema, Techint E&C le aportó muchas enseñanzas. “En la empresa tenemos un ‘posgrado’ en seguridad del día a día. Nos inculcan tener cuidado; nuestro ADN es la seguridad. Toda reunión de proyecto arranca con las novedades de seguridad, es un pilar fundamental para todos los que hacemos la compañía”, señala Gonzalo y asegura que sus infaltables para conducir son el casco, las gafas, los guantes, ropa acorde y el chequeo previo del vehículo.

Encontrar placer también en el trabajo

Gracias a Techint E&C, Gonzalo pudo viajar y expandir su visión del mundo, lo que le permitió crecer tanto profesional como personalmente. Por eso, aconseja a los jóvenes “salir de la zona de confort, ampliar sus escritorios y aprovechar las oportunidades”.

“Techint E&C es una hermosa compañía. Hay que apostar nuevamente a acompañar lo que es nuestro objeto existencial que son los proyectos, donde no hay nada y debemos generar todo: construcciones, relaciones, valor agregado a las comunidades. Ir a proyecto y viajar es una oportunidad que todos deben tomar”, sugiere.

Además, insiste: “La obra es un lugar sumamente enriquecedor, donde coexistimos personas de diversas áreas, países y culturas. Se aprende mucho, se adquieren conocimientos y te da un impulso de crecimiento inmenso, más el tejido de relaciones que perduran en el tiempo”.

Por último, agrega: “Nuestros hobbies nos acompañan a donde vamos, no los dejamos. Todos queremos viajar por placer, pero hay que encontrarle el placer al trabajo, porque ahí está la clave”.

La historia de Gonzalo inspira y demuestra que es posible continuar con las pasiones e ir adaptándolas en el tiempo, a medida que uno avanza en la carrera profesional y forja un proyecto de familia.

 

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